martes, 16 de septiembre de 2008

El Ministerio de Curación I

Para conservar la salud, se necesita una cantidad suficiente de alimento sano y nutritivo. Si actuamos madurez y sabiduría, podremos conseguir en casi cualquier país la clase de alimentos que más favorece a la salud. Los granos y legumbres y leguminosas se exportan actualmente, por lo que es fácil encontrarlos en todas partes. Estos alimentos, junto con las frutas y la variedad de verduras facilitar el llevar a la boca comidas saludables., sin necesidad de carnes.
La fruta es un tesoro divino, y hay que aprender a conservarla; se puede usar un poco de azúcar y cocer la fruta sólo un poco para su conservación. Las frutas secas, como uvas pasas, ciruelas, manzanas… pueden emplearse como alimentos de consumo diario, teniendo mejores resultados en la salud y vigor de personas activas.
No debe haber gran variedad de manjares en una sola comida, pues esto fomenta el exceso en el comer y causa la indigestión.
La autora nos menciona que no conviene ingerir frutas y verduras en la misma comida, ya que hay personas de digestión débil y esta combinación les produce desórdenes gástricos e incapacidad para el esfuerzo mental. Asume que es mejor consumir la fruta en una comida y las verduras en otra.
La comida debe ser variada también en la forma de su preparación, así, se come con mayor gusto y aprovechan mucho más los nutrientes.
Actualmente nuestro gusto ha sido pervertido, y es un grave error el comer tan sólo para agradar al paladar; la calidad de la comida o el modo de prepararlos es importante; si el alimento no se come con gusto, no nutrirá tan bien al organismo. Debemos saber escoger la comida y prepararla con habilidad.
En cuanto a la elaboración de panes, no es conveniente utilizar la harina blanca, ni económica ni nutritivamente. Al mismo tiempo, el uso de polvos para hornear es nocivo, ya que inflaman el estómago puede envenenar nuestro organismo. En tanto al pan laudado con levadura, no hay por qué utilizar leche en vez de agua, ya que sólo resultará más caro e insano, nuestro estómago se fermenta con mayor facilidad. El pan caliente y recién cocido no es de fácil digestión; sin embargo, el pan sin levadura, panecillos de trigo recién cocidos en un horno muy caliente son saludables y sabrosos.
Los alimentos blandos o líquidos son menos saludables que los secos, los cuales requieren una masticación completa. El pan cocido dos veces es uno de los alimentos más sabrosos y digeribles. Este pan, guardado en un lugar seco, puede conservarse mucho más tiempo que el pan común.
Se suele usar demasiada azúcar en algunos platillos; debe evitarse el consumo numeroso de la leche con azúcar. Por ejemplo, los flanes, son dañinos para nuestro organismo, y están a base de leche, huevo y azúcar.
La mantequilla es menos nociva cuando se la come con pan asentado que cuando se la emplea para cocinar, pero por regla general es mejor abstenerse de ella. El queso es absolutamente impropio como alimento.
El alimento escaso y mal cocido corrompe la sangre, pues debilita los órganos que la producen; desarregla el organismo y causa enfermedades acompañadas de nerviosidad y mal humor.
Debemos saber preparar comidas sanas. La ciencia culinaria no es una ciencia despreciable sino una de las más importantes de la vida práctica. Preparar platillos agradables, sencillos y nutritivos, requiere habilidad; pero puede hacerse.
Debemos tener cierta regularidad a la hora de las comidas, una hora señalada para cada comida, y entonces cada cual debe comer lo que su organismo requiere, y no ingerir más alimento hasta la comida siguiente. Muchas personas comen a horas irregulares e incluso entre comidas ya que no tienen suficiente fuerza de voluntad para resistir a sus inclinaciones, lo cual es muy perjudicial.
Otro hábito nocivo es el de comer inmediatamente antes de irse a la cama. Generalmente muchas personas, a pesar e ya haber hecho sus tres comidas necesarias, antes de dormir, comen de nuevo!, lo cual nos lleva a un hábito difícil de abandonar, éste nos provoca un difícil sueño, nos provoca pesadillas y por tanto, no descansamos adecuadamente; no dejamos descansar a nuestro estómago y aunque el estómago trabaja constantemente no lo hace en buenas condiciones.
En muchos casos, la sensación de debilidad que da ganas de comer proviene del excesivo recargo de los órganos digestivos durante el día. Estos, después de haber digerido una comida, necesitan descanso. Debemos dejar pasar alrededor de 5 horas para comer el siguiente alimento. La autora nos propone que sólo realicemos dos comidas y no tres, suponiendo un mejor resultado para nosotros. Sin embargo, por los conocimientos que se me han inculcado en estos semestres, yo difiero con esa idea, aunque si acepto que la cena debe ser algo sumamente ligero a nuestro organismo.
En realidad, cuanto más líquido se toma en las comidas, más difícil es la digestión, pues el líquido debe quedar absorbido antes de que pueda empezar la digestión. Conviene también comer despacio y masticar perfectamente, para que la saliva se mezcle debidamente con el alimento y los jugos digestivos entren en acción.
Hay una estrecha relación entre el cerebro y el estómago, y cuando éste enferma se substrae fuerza nerviosa del cerebro para auxiliar a los órganos digestivos debilitados. Si esto sucede con demasiada frecuencia, se congestiona el cerebro. Cuando la actividad cerebral es continua y escasea el ejercicio físico, aun la comida sencilla debe tomarse con moderación. Al sentarse a la mesa, debe olvidar los cuidados, las preocupaciones y todo apuro, para comer despacio y alegremente, con el corazón lleno de agradecimiento a Dios por todos sus beneficios.

No hay comentarios: